Senador Carlos Felipe Mejía
Se cumplen 20 días del cierre unilateral de la frontera, un acto despótico del dictador Maduro que ha generado una grave crisis humanitaria con deportaciones arbitrarias y maltrato. Esta situación es un atropello a los colombianos que puede ir para largo y ante la cual debemos reaccionar todos sin distinciones. Es claro que ante una amenaza latente, es un deber y una obligación actuar unidos respaldando al Gobierno Nacional en defensa de los colombianos víctimas de la irracionalidad del gobierno venezolano. Para que logremos actuar unidos, es importante que se parta de verdades y se reconozcan las falencias y errores en la política exterior colombiana, con el objetivo también, que unidos busquemos una contundente estrategia de respuesta a la agresión.
Hoy más que nunca se manifiesta el fracaso de la diplomacia del actual gobierno en sus cinco años de ejercicio. Cuando se dio a conocer el desconcertante y desfavorable fallo de La Haya sobre el diferendo con Nicaragua, se reveló que la política exterior colombiana se estaba y se sigue improvisando. No se tomaron acciones alternativas que estratégicamente permitieran reafirmar la soberanía que tenemos sobre el archipiélago de San Andrés. No se hizo una ofensiva diplomática que mostrara al mundo el peligro para la humanidad si se afectan arrecifes coralinos y se destruyen reservas naturales sobre las que Nicaragua ha adjudicado derechos para explorar y eventualmente explotar recursos minero-energéticos. No se ha hecho la gestión internacional para que se declare la zona como de reserva para la humanidad.
Frente a lo que seguramente iba a ser un fallo adverso a Colombia frente a Ecuador por el tema de las fumigaciones de los cultivos ilícitos, se llegó a una compensación económica que no solo demostró la falta de argumentación jurídica de la diplomacia, sino que la consecuencia es el crecimiento de estos cultivos en la frontera, mientras el Estado colombiano renuncia a combatir el flagelo. Luego vino el fracaso de la diplomacia con Panamá, apresuradamente se pretendió declarar al vecino país como paraíso fiscal, para luego echar reversa ante el error diplomático, sin que hoy se logre solución de consenso y Panamá nos cobre con la última derrota diplomática de nuestra política exterior. En la OEA se notó la falta de trabajo y consulta así como el exceso de confianza. Fue más efectiva la diplomacia castro-chavista, que desconoce permanentemente a la OEA, pero que cuando la necesita, logra que sus cinco votos fijos y las abstenciones de los países que se benefician con Petrocaribe impongan mayoría.
Los colombianos debemos unirnos para defender la dignidad de la nación y actuar estratégicamente frente a esta y futuras crisis, pero empecemos por aceptar que la política exterior de este gobierno ha fracasado entre otras cosas por privilegiar los diálogos de La Habana y los intereses de los narcoterroristas de las Farc que coinciden siempre con los intereses de las dictaduras de Castro, Ortega y Maduro, y nunca con los del pueblo Colombiano. La política exterior colombiana hace agua, como hacen agua de manera preocupante nuestra economía; todo en buena medida porque a este gobierno solo le interesa sacar al precio que sea un acuerdo con los narcoterroristas de las Farc, así ello signifique que nuestra querida Patria se convierta en una nación similar a la que hoy padecen cubanos, nicaragüenses y venezolanos.
¡Cómo extrañamos al embajador ante la OEA en el gobierno del presidente Uribe, Luis Alfonso Hoyos y su magistral defensa de la dignidad y los intereses de nuestra Patria por los campamentos de las Farc en Venezuela! Eran otros tiempos en que Colombia era respetada y admirada en el concierto internacional. Hoy nos manosean y maltratan, mientras Luis Alfonso Hoyos un colombiano íntegro, busca asilo ante la persecución en su contra orquestada desde la casa de Nariño y la Fiscalía General de la Nación por pertenecer a la oposición. Qué tanto ha cambiado la Colombia de Uribe aliada del pueblo, a la Colombia de Santos aliada de las Farc y las dictaduras latinoamericanas.