Senador Carlos Felipe Mejía
Podemos entender la palabra “resistencia” como una fuerza que se opone a otra que se quiere imponer, y es así como debemos entender el llamado del expresidente Álvaro Uribe a los militantes del partido Centro Democrático y a los compatriotas colombianos que no comparten aquello que se ha venido presentando hasta el momento como acuerdos logrados en los diálogos de La Habana, y en general a la conducción misma de la nación.
La “resistencia civil” corresponde en forma coherente a la oposición democrática que el Centro Democrático ha tratado de ejercer por todos los medios legales y constitucionales, frente a la fuerza derivada del ejercicio del poder que hoy ostenta el presidente Juan Manuel Santos, a través de una aplanadora en el Congreso denominada Unidad Nacional, su influencia parcializada en sectores de la justicia, la presión a los empresarios, el chantaje a los alcaldes y gobernadores, y la manipulación de gran parte de los medios de comunicación.
Al país se le viene anunciando por todos los medios y utilizando los dineros públicos en propaganda oficial, lo que el pueblo en forma direccionada y sesgada debería entender por cada uno de los acuerdos que se han firmado, pero que no son definitivos, una vez que los diálogos parten del principio según el cual “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Información que difunden en horario triple A de los medios masivos de comunicación como acuerdos, sin especificar y detallar que lo hasta ahora firmado tiene “salvedades” que para la contraparte guerrillera son definitivas para la firma final de un acuerdo. Es decir, no existen acuerdos al día de hoy.
El expresidente Álvaro Uribe plantea que la oposición a estos parciales y no definitivos acuerdos, sea ejercida mediante la “resistencia civil”, ya que se viene anunciando que el cierre está muy cerca y se firmaría un acuerdo que pudiera ser definitivo.
La resistencia civil, como ejercicio de una fuerza democrática que hoy es minoritaria en el Congreso, que tiene pocos gobernadores o alcaldes, y que solamente es notificada sin ser escuchada sobre lo que el gobierno adelanta y acepta sin condiciones, cuando el grupo terrorista amenaza con romper el diálogo, encuentra en este ejercicio civil dentro de la más absoluta legalidad, la manera de manifestar la inconformidad de una gran mayoría de colombianos que no comparten ni lo acordado, ni lo que se anuncia en materia de implementación, y que además no encuentra recepción o consideración de las propuestas que permanentemente se hacen con miras a corregir o cambiar en el proceso y los acuerdos, para garantizar su sostenibilidad en el tiempo.
Esta “resistencia civil” no es algo nuevo que pueda generar malintencionadas interpretaciones, no es más que la oposición que hoy hemos tenido que venir asumiendo. Resistencia frente a las decisiones judiciales parcializadas, que hoy desconocen principios universales como la doble instancia o la retroactividad por favorabilidad, exclusivamente a nuestros militantes. Resistencia valerosa de los colombianos que hoy padecen la continuidad de la extorsión, la presión armada y la expansión inusitada de los cultivos ilícitos con sus consecuencias. Resistencia frente al abusivo manejo de la contratación estatal, de la nómina pública y de la inversión pública regional, dirigidas solo hacia quienes obsecuentes con el poder podrían encauzar la opinión ciudadana hacia la aprobación de un falso plebiscito que solo ratificaría un acuerdo no consultado democráticamente a los colombianos en cada uno de sus puntos.
No tiene otro camino la oposición democrática frente a la fuerza que hoy quiere imponer: impunidad, una falsa paz no duradera y no estable, la conexidad política del delito del narcotráfico y la más grande operación de lavado de activos, la igualdad de nuestras fuerzas armadas institucionales con los bandidos, la designación a dedo de curules y la elegibilidad de delincuentes de lesa humanidad.
No existe fuerza tan poderosa que pueda avasallar a una fuerza opositora que representa el sentir de muchísimos colombianos, mientras estos puedan “resistir” libre y democráticamente.